sábado, 30 de mayo de 2009

SUSPENDIDA LA PRESENTACIÓN DE EL ORDEN DE LA MEMORIA EN CÓRDOBA

En los próximos días te comunicaré la fecha definitiva.
Disculpa las molestias.

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES


Repito el artículo que le dediqué a Los hombres que no amaban a las mujeres en El Día de Córdoba.

Les puedo asegurar que soy un lector muy selectivo: aprecio demasiado mi tiempo y si una novela no me convence en sus primeras -30 ó 40- páginas no dudó en archivarla en la biblioteca del olvido. Hacía demasiado tiempo que no me sucedía. Y ha sido muy excitante, incluso electrizante, volver a sentir como una novela me atrapa, me secuestra, me hipnotiza, me obliga a tenerla entre mis manos obviando el sueño, el reloj o esa noticia tan relevante que escupe el televisor. Es una sensación extraña y antagónica, deseas concluir cuanto antes la lectura pero, al mismo tiempo, desearías que nunca acabara. No exagero si me atrevo a calificar Los hombres que no amaban a las mujeres, del sueco Stieg Larsson, como la novela del año, aún teniendo en cuenta los meses que restan hasta diciembre. En esta obra, de reciente aparición, se pretenda o no, coinciden dos variantes que influyen, cada una a su manera, en su capacidad de atracción, en su mimetismo. Por un lado, indiscutiblemente, la novela en sí misma, y, por el otro, la silueta y perfil de su creador. Stieg Larsson falleció a los cincuenta años sin ver su novela en los escaparates y en los suplementos más prestigiosos, sin disfrutar de los millones de ejemplares vendidos, sin conceder una sola entrevista, sin recibir un solo premio. Como un Kafka de nueva generación, el Larsson novelista sólo aparecía en las noches, en la soledad, cuando había conseguido acostar al Larsson periodista. Un periodista combativo e intrépido, guardián de los derechos fundamentales, azote de los grupos violentos de la extrema derecha. Ese es el recuerdo que deja el Larsson vivo; el que ya no está, créanme, permanecerá para siempre gracias aMillenium, la saga de novelas que tenía ideada, y cuyo primer título, Los hombres que no amaban a las mujeres, ya podemos encontrar en las librerías.
Centrémonos en la novela. Obviamente, Larsson no es un estilista/esteta del lenguaje, tampoco lo pretende. Obviamente, Larsson no ha inventado nada nuevo, no es un innovador, tampoco un transgresor; fiel a los géneros y a las formas. Sin embargo, concibió una historia en la que da cabida a todos los ingredientes y aderezos que han de estar presentes en una buena novela –amor, muerte, sexo, intriga, ambición... -. Escrita de manera ágil y directa, increíblemente visual, escrita con las tripas, tratando de controlar en cada momento una pulsión desenfrenada, Los hombres que no amaban a las mujeres te atrapa desde el primer renglón y sólo puedes escapar alcanzando el punto y final. En ese preciso momento, y me remito a mi experiencia personal, un sentimiento de felicidad, de satisfacción, dio paso a otro de conmoción, de cierta melancolía. Sentimiento éste que desapareció cuando recordé que, por lo menos, aún quedan dos entregas más de la saga pergeñada por Stieg Larsson, Millenium. Y me volveré a encontrar de nuevo con el persistente periodista Mikael Blomkvist, la atractiva Erika y, sobre todo, con la fascinante Lisbeth Salander, una investigadora canija y tatuada, propietaria de un pasado tan tenebroso como poliédrico, y que ya se ha convertido en uno de los personajes femeninos más fascinante que he podido encontrar en una novela.
En cuanto a la historia, qué contarles. Harriet, siendo una adolescente, desaparece de la isla en la que conviven buena parte de sus familiares y, treinta y seis años después, su anciano y millonario tío necesita saber qué fue de ella. En realidad, les he contado muy poco, apenas el comienzo, ya que la novela de Larsson abarca multitud de historias que se entremezclan, que se alejan, que se precipitan, que no son lo que parecen, pero que finalmente conforman un perfecto puzzle en el que no sobra -ni falta- ninguna pieza. Introduzcan en una coctelera el Cluedo, Twin Peaks, Ciudadano Kane, Seven, Corto Maltés, y mil referencias más de la cultura contemporánea, agítenlo con cuidado, y bébanse esta novela muy despacio, disfrutando de sus múltiples matices y sabores. Y no puedo concluir sin una referencia al título:Los hombres que no amaban a las mujeres. Stieg Larsson, en el comienzo de cada capítulo, incluye datos relativos a la violencia que padecen las mujeres en su país. Porque tal y como indica el título, la mayoría de los hombres que aparecen en la novela no sólo no aman a las mujeres, es que las tratan muy mal, física, mental o socialmente. A su manera, Larsson consigue reivindicar y mimar a todas sus mujeres, posibilitando que los hombres, los lectores, las amemos y las admiremos gracias a esta deslumbrante novela.

domingo, 24 de mayo de 2009

EL LIBRO FUTURO


Durante los últimos días he participado en diferentes tertulias, mesas redondas y entrevistas en las que normalmente siempre he tenido que responder a la misma pregunta: ¿cuál es el futuro del libro? La llegada de los nuevos soportes electrónicos, el definitivo afianzamiento de Internet entre el grueso de la población como un elemento común y ordinario de sus vidas propicia un sinfín de cuestiones e interrogantes. Ante los procesos de cambios los agoreros proclaman sus hipótesis a los cuatro vientos, advirtiéndonos de las bondades o de las maldades del futuro con tal seguridad, con tal firmeza, que hasta podríamos creer que agarran entre sus manos la auténtica y genuina bola mágica que les adelanta con precisión lo que habrá de pasar. Ante quien cree que el futuro sólo pasa por lo electrónico y ante quien piensa justamente lo contrario, que el libro papel, el libro que hoy conocemos, es inamovible, mantengo una prudente distancia, porque considero que en esto, como casi en todo, no hay verdades absolutas ni realidades excluyentes, y que la tendencia del futuro transitará entre las fronteras. No olvidemos que el libro que conocemos hoy día nace de la tecnología, ya que la invención de la imprenta se puede calificar como uno de los grandes acontecimientos en la Historia de la Humanidad. Una imprenta que se ha ido perfeccionando y enriqueciendo con los avances tecnológicos de todos los periodos por los que ha transitado. Si volvemos la vista atrás, y tratamos de imaginar el mundo de aquellos años, tal vez tendríamos conciencia de lo que supuso el nacimiento de la imprenta, que puede llegar a entenderse como la primera gran Red sobre la que navegó la información y el conocimiento.

Las Nuevas Tecnologías han favorecido el libro, indiscutiblemente. Cada día las imprentas son más perfectas, los textos y maquetas cuentan con menos errores, gracias a las posibilidades correctoras que nos ofrecen las herramientas informáticas. Y las Nuevas Tecnologías, igualmente, le ofrecen al libro un nuevo hábitat, lejos del papel. Un hábitat sin peso, sin tacto, virtual. Comienzan a ser, más o menos, familiares los e-books, los primeros lectores electrónicos –fáciles de encontrar en cualquier establecimiento del sector-, que nos señalan el camino de la literatura/palabra digital, sin olvidarnos de las descargas –legales- y demás aliños que cohabitan en el entramado de la Red. Sin embargo, la tecnología se enfrenta a un poderoso y musculado competidor: el libro/papel. Es cómodo, es ligero, se puede llevar en un bolsillo, en una pequeña maleta, normalmente no es caro, normalmente no pesa, lo puedes transportar con facilidad a la cama, al borde de la piscina, a la playa, y no hay que recargarlo. En este sentido, me atrevería a formular un paralelismo entre dos inventos que han sido fundamentales para la humanidad: el libro y la rueda. La alta tecnología ha llegado a todos los medios de transporte terrestres, trenes de alta velocidad, formulas uno de milimétrica precisión, bicicletas que parecen sacadas de una película de ciencia ficción, vehículos todos que siguen utilizando la rueda, una rueda evolucionada, tecnificada, pero que en esencia es la misma rueda de su origen. Creo que también juega en contra del libro electrónico el que aún no reconozcamos, una amplia mayoría, la pantalla con el placer de la lectura, y que se siga relacionando, sobre todo por el perfil de sus usuarios más frecuentes, con profesionales de la edición o de la comunicación.

Tengo la impresión de que la palabra, la literatura, los libros en definitiva, transitarán en los próximos años por diferentes soportes, y que la tradición y la innovación mantendrán su espacio correspondiente sin fricciones, sin vencedores ni vencidos. El gran triunfador será el libro, en cualquiera de sus formatos, que habrá visto ampliados sus canales de difusión, adaptándose a los nuevos tiempos, conservando los que ya tenía, lo que no deja de ser una gran noticia. Habrá más y nuevos lectores. Entendamos este nuevo tiempo que nos llega como un tiempo de libertad y de posibilidad, de amplificación del conocimiento, de pandemia cultural que puede ser el perfecto complemento para la definición de una sociedad más culta, más plural, más receptiva.


El Día de Córdoba 

domingo, 10 de mayo de 2009

ALERGIAS, COINCIDENCIAS Y AZAR


 

Una vez leí que todos padecemos algún tipo de alergia, menuda la gracia. Una semilla peruana, una flor australiana o una planta del Amazonas pueden abrir el grifo de nuestra alergia escondida para convertirla en un torrencial malestar. También es cierto que si nunca vamos a Australia o Perú, lo normal es que nunca lleguemos a desarrollar esa alergia que no conocemos. Hay vocaciones o talentos que funcionan de manera semejante, o eso dicen. Tal vez en nuestro interior escondamos a un tirador con arco formidable –siempre en el centro de la diana-, a un jardinero maravilloso o a un artesano del chocolate de dimensión mundial –que tiemblen los belgas-, pero si no intentamos llevar a cabo estas tareas, si no conectamos a nuestro talento escondido con la realidad, con la técnica, con el aprendizaje, nunca lo sabremos, y recorreremos nuestras vidas sin saber esas otras personas que podríamos haber sido. Médicos, cocineros, electricistas, fontaneros o funcionarios que no deberían haber sido o que deberían haber sido, según uno se sitúe en un lado o en otro de este espejo de las coincidencias.

De igual manera que sucede con las alergias o con las vocaciones, sucede, o eso dicen, con el amor. Dicen que todos contamos con la perfecta media naranja, con la pareja más adecuada a nuestra personalidad, y que puede estar escondida en cualquier recóndito punto del planeta, en Milán, en Tokio o en Madagascar. Otra teoría, más puñetera, nos dice que son más esas posibles e idóneas combinaciones, y que en realidad contamos con siete parejas ideales, siete –ni más ni menos-. Puede ser un problema no padecido –porque nunca lo sabremos- el no encontrar a ninguna de esas siete parejas, pero seguro que es un problemón, en aumentativo –y con mayúscula-, toparte en tu vida con dos, tres o las siete de esas parejas ideales, que bien podrían estar en Chicago, en China o en el Congo Belga –que ya no sé si existe, pero que suena muy bien-. Problema o problemón que nos acarrearía grandes conflictos, sentimentales, emocionales y judiciales, me temo, consiguiendo transformar nuestra suerte en la peor de las pesadillas. Deténgase un instante a pensarlo. Aunque todo es negociable, o eso dicen. Yo, desde luego, no lo intentaría.

No sólo son las alergias, los talentos o las parejas, hay más, dicen que todos tenemos un doble idéntico, un otro –yo- que no es que se nos dé un aire, que es exactamente igual a nosotros, igualito. Calcado. Quien se lo encuentre, la impresión debe ser menuda, condimentada con susto, incredulidad y yo qué sé más. Es un tema delicado, si uno se para a pensarlo. Se imagina que su otro yo es un tipo miserable, malvado, que consciente de su duplicidad se dedica a hacerle la puñeta a los demás en su nombre, usurpando su personalidad. Mejor no encontrarlo. Aunque también se pueden llegar, como en el tema de las parejas, a satisfactorios pactos para ambos. Podemos acordar con nuestro otro yo el repartirnos el trabajo, y así sólo acudir a la oficina, al hospital o a la obra la mitad del mes, y descansar placenteramente la otra mitad. Por desgracia, también tendríamos que repartirnos el sueldo, aunque yo creo que dos “yo” iguales no gastan lo mismo que dos “yo” diferentes. No me pidan que trate de argumentar tal hipótesis.

Más allá de las coincidencias, las casuísticas y los vuelos de las mariposas, siempre he creído que tenemos la posibilidad de forjar nuestro propio destino, que contamos con las herramientas y las habilidades suficientes, si así lo queremos y –sobre todo- lo intentamos, para desarrollar la vida que queremos, que no somos un mero dato, un avión de papel que planea o cae según las indicaciones de los vientos de la casuística. Tampoco me pidan que trate de explicar cuáles son las coincidencias que han llevado a Ocaña a la Alcaldía. Sin embargo, y aunque sea una gran contradicción, sí creo en la suerte, o, más que en la suerte, en la sucesión de circunstancias, que consiguen modificar de manera ostensible el camino que hemos de recorrer -¿Ocaña, otra vez?-. Creo en esa pequeña chispa que, encendida en el momento justo, con el viento adecuado, consigue provocar el gran incendio –y no se lo tomen al pie de la letra la imagen-. Sí, creo en la suerte, en el azar, el destino o como lo quieran llamar, pero, aún así, siempre llevo un encendedor en el bolsillo y si el viento se calma, no dudo en soplar. 


El Día de Córdoba

miércoles, 6 de mayo de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA YA ESTÁ EN LAS LIBRERÍAS DE TODA ESPAÑA


Después de tanto tiempo, llegó el día.

Para un escritor se trata de un día muy especial. Un día feliz pero temido, a la vez.

Espero que te guste.

Próximas presentaciones: 

-15 de mayo, Jaén, 19 h., Feria del Libro.
-18 de mayo, Sevilla, 19 h., Feria del Libro.

Cuento contigo.

domingo, 3 de mayo de 2009

GRUPO JOLY OFRECE HOY, EN EXCLUSIVA, UN ADELANTO DE LA NOVELA

http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/414438/divorcio.html


Sólo tienes que pinchar el enlace.

Divorcio

Ediciones destino publica 'El orden de la memoria', nueva novela del escritor cordobés Salvador Gutiérrez Solís, una de las voces más destacadas de la actual narrativa andaluza. La vida de éxito de Eloy Granero, presidente de una próspera empresa, se ve amenazada cuando el hombre recibe entre su correspondencia un sobre con una inquietante fotografía. El libro, del que Grupo Joly ofrece hoy fragmentos del primer capítulo, estará en las librerías a partir del jueves.

| ACTUALIZADO 03.05.2009 - 05:00
zoom
SEGÚN el reloj de Eloy Granero -Aeterna, edición de coleccionista-, llega cinco minutos tarde a la cita con su abogado matrimonialista. Con suerte, si la combinación de las circunstancias es la correcta y si Rosa acepta lo pactado, hoy firmará su segundo divorcio. 

-Dos años y siete meses de matrimonio, cuánto tiempo, demasiado tiempo. ¿Qué pasó? 

Lo de siempre: infidelidades, discusiones, silencios, incompatibilidades, rarezas, desprecios. 

-Lo de siempre -reflexiona Eloy Granero. 

Realmente no le duele, no le afecta, sólo espera que lleguen a un acuerdo lo antes posible, que dure poco tiempo todo el proceso. Nada más. El tiempo sí le preocupa, obsesivamente, a Eloy Granero; pero el tiempo como una inversión en su vida, en sí mismo. 

Según el reloj de Eloy Granero -Aeterna, regalo de su padre-, es la hora indicada, y cinco minutos más, las diez y cinco de la mañana, y su abogado matrimonialista no ha aparecido. Lo espera frente a un quiosco de prensa, lee los titulares, examina las portadas de los periódicos deportivos, las portadas con mujeres desnudas; la revista Gente ocupa un lugar destacado; «es fácil de ver» -una fácil deducción-. Sigue esperando. 

Eloy Granero no va a entrar solo en el despacho de los abogados de la que es todavía su esposa. Prefiere esperar, y fingir que está muy enfadado; está convencido de que eso le asustará a su abogado matrimonialista. Le asustará y le hará reaccionar, se mostrará más dispuesto, más profesional, será capaz de cualquier cosa con tal de acabar con su enfado. No está acostumbrado Jaime a un Eloy Granero enfadado, un tipo moderado en el carácter, cordial, educado. Templado, es un adjetivo que se emplea mucho en estos casos. 

Según el reloj de Eloy Granero -Aeterna, doce años de antigüedad-, ve aparecer a su abogado matrimonialista tras la primera esquina cuando pasan algo más de doce minutos sobre la hora prevista de la cita. 

-Quiero que hoy, ahora, sea más eficiente que nunca. 

Eloy endurece el gesto. 

-Estoy muy enfadado. 

-Estoy muy cabreado -le quiere decir con la mirada. 

El abogado lo ha entendido, contempla a un desconocido y enfadado Eloy Granero, y corretea como un cochinillo. Todo el tiempo dedicado a la perfecta posición de la corbata, a que la chaqueta le cuelgue de los hombros con mesura y rigidez; todo el tiempo dedicado a conservar la raya del pantalón, la gomina del peinado, el maletín en la mano, como si fuera un ministro, a la mierda por un gesto. 

«Vaya cabreo que tiene éste», piensa Jaime, el abogado. 

Apenas faltan tres metros para que se encuentren, y, con la mayor frialdad que es capaz de demostrar, Eloy Granero ejecuta el último movimiento que le ha de garantizar una eficacia absoluta: mira el reloj de nuevo. Según el reloj de Eloy Granero -Aeterna, de oro macizo-, pasan trece minutos sobre la hora prevista de la cita. 

-Perdón por el retraso -apenas puede decir el abogado, asfixiado y sorprendido por el desconocido gesto de su cliente. 

(…)

De reojo, Eloy observa cómo enrojece, apenas puede seguirle. Lo del paddle sólo se lo ha dicho para fastidiarle, aunque lo empieza a creer. Demasiado débil, lento y enano como para ser esa fiera que dice ser. El paddle es un juego rápido, a pesar de que todos los maduros con problemas de corazón y de peso lo practiquen. 

(…)

El abogado matrimonialista se detiene a explicarle al portero del edificio quiénes son y adónde van. Eloy Granero, absorto, contempla el cuadro de luces que hay en una esquina. La puertecilla está abierta. Decenas de cartelitos enuncian las utilidades de los diferentes pulsadores. Caldera calefacción, luz entrada, luz escalera, luz azotea, luz planta primera, luz planta segunda, luz portería, motor de refrigeración, motor ascensor, bomba de agua. A Eloy Granero le gusta el orden. Le gusta que todo esté claro, con su nombre, con su cartelito. Pero mucho más le gustaría comprobar si todos los cartelitos dicen la verdad, si son algo más que el escaparate de un orden aparente. A Eloy Granero le encantaría que ese cuadro de luces fuera verdad, que realmente estuviera bien señalizado, que sirviera, que los letreritos escondieran realidades concretas. Le fascinan las cosas que sirven, que funcionan, que son útiles. Esas cosas, está convencido Eloy Granero, son nuestras grandes aliadas, porque son las mejores amigas de nuestro tiempo: nos regalan tiempo. 

-Jaime, por favor, no quiero volver a tomar este ascensor, no, no quiero -gesticula un atormentado Eloy Granero. 

-Le prometo que no lo volverá a tomar -le responde el abogado, visiblemente agobiado. 

No duda. Un gesto que alegra a Eloy Granero. 

-No lo quiero volver a tomar -aun así insiste. 

-No lo tomará -le repite. 

Eloy Granero piensa durante un segundo que no es tan grave divorciarse por segunda vez a los cuarenta. Entiende que mucho peor habría sido no haberse casado nunca, haber estado solo, soltero. 

-No soy una excepción, hay muchos y muchas como yo, y cada uno con sus propias razones -razona Eloy Granero. 

(….)

Las secretarias miran a Eloy Granero, pero él pretende fingir que las ignora. Atraviesan un pasillo acristalado. Los pasantes, los procuradores y los administrativos levantan la vista ante su paso. Eloy Granero es el acontecimiento del día, puede verlos contando la gran noticia en sus casas. Pepe, o Carmen, o Luis, o María, como se quieran llamar, hoy ha estado en el despacho Eloy Granero, sí, el de los grandes almacenes, los pantalones que tanto te gustan, pues ése, que nosotros le hemos llevado el divorcio a su mujer, menuda crujida le ha pegado la tía, aunque eso para él es calderilla, que ese tío maneja, que está forrado, y cómo era, pues un tío normal, nada del otro mundo. Eloy Granero los cree escuchar. 

-Hola, Eloy, ¿cómo estás? -le pregunta sin ningún interés Rosa. 

-Señor Granero -dicen al unísono, al tiempo que le ofrecen sus manos, también al unísono, los dos abogados que acompañan a Rosa, Perales y Méndez. 

-Qué tal -Eloy Granero aprieta las manos sin fuerza, deja resbalar la suya. 

Gestos de superioridad que ha aprendido, y potenciado, a lo largo de los años. Gestos que le cuesta escenificar. 

Los abogados comienzan con su palabrería. Es un despacho luminoso y escueto, uno de esos despachos modernos que tratan de proclamar el minimalismo como el gran paradigma de la elegancia. Rosa no es nada minimalista, nunca lo ha sido. Ni personal, ni exteriormente. Tampoco mentalmente. No lo es, no. Cuando aún eran pareja, Eloy Granero no la encontraba tan barroca como ahora. 

«Parece un árbol de Navidad que han decorado en un zoco turco», piensa Eloy. 

El gusto por exponer sus joyas, que es una mujer con recursos económicos, la han transformado en una mujer dramática, exagerada en la apariencia y en los gestos. Rosa es una mujer preocupada por su aspecto, por la imagen que quiere mostrar. 

«Fuma como una puta, no lo puede evitar. Quiere ser sofisticada y fuma como una auténtica puta, pero de burdel barato. Yo he conocido a decenas de putas infinitamente más elegantes que ella. Y que fumaban con mayor elegancia, de forma natural. Puede ser que sea cierto ese dicho que tanto se repite, la elegancia es natural, es algo añadido a la naturaleza de las propias personas. Cuando una puta es elegante, es la mejor mujer que un hombre puede encontrar», reflexiona Eloy Granero mientras se desarrolla la reunión. 

(….)

Retoman su tertulia farragosa, de legalismos estúpidos que son sinónimos de palabras que todos entendemos pero que los abogados no quieren pronunciar. Es la forma de demostrar su poder, que son un gremio, los años de Universidad, los honorarios que pasan, el IVA que nunca quieren cobrar, su altivez de profesionales eruditos. No prestarles atención es como entregar a un orador a un auditorio vacío o a un torero a una plaza sin espectadores en los tendidos. 

Rosa mira al que fue su marido desde el otro lado de la mesa, sigue fumando. Disfruta en esta situación, creyéndole bajo sus pies. Rosa siempre ha sabido cómo amedrentar a Eloy, cómo reducirlo, minimizarlo con sólo una mirada, con un gesto, con dos palabras. Sólo con dos palabras. 

Un bolígrafo cae al suelo y Eloy se inclina para recogerlo: Rosa sonríe; lo conoce. Contemplándola ahora, no adivina Eloy Granero a recordar lo que le empujó a casarse con ella. En la cama era suficiente, pero tampoco era una locura; jamás perdió el control. Ése es uno de los grandes poderes que las mujeres pueden ejercer sobre un hombre: la cama. Una mujer que folle bien, y que luego sea elegante fumando un cigarrillo es una gran mujer. 

Deseable para cualquier hombre, sea puta o no. En eso no piensas en esos instantes, sólo gozas y pierdes el control. Nunca perdió Eloy el control con Rosa.

viernes, 1 de mayo de 2009

PRESENTACIÓN DE EL ORDEN DE LA MEMORIA EN HUELVA


El 7 de mayo, el mismo día que sale a la venta, El orden de la memoria se presenta en Huelva. El acto tendrá lugar en la Biblioteca Pública Provincial (Avda. Martín Alonso Pinzón, 16), a las 20 h. Os espero!!!!!!!!!!!!!!!!!!!