domingo, 25 de octubre de 2009

ENTREVISTA EN DIARIO CÓRDOBA







--¿Cuál es la esencia de ´El orden de la memoria´, su nueva novela?

--Para un escritor es muy complicado hablar de su propia obra, porque tal vez nos sea demasiado fácil y no seamos capaces de sintetizar. El orden de la memoria es, básicamente, la historia de Eloy Granero, un hombre que en teoría lo tiene todo, un triunfador en todos los aspectos, pero que, paradójicamente, cuenta con un pasado que le gustaría borrar o, más bien, ordenar a su antojo. El encuentro con Claudia, la propietaria de una tienda de fotografía, propicia que ese pasado indeseado retorne al presente.

--Utiliza en ella técnicas reiterativas de las escenas cinematográficas, flashbacks, travelling. ¿Por qué?

--En primer lugar porque me considero un narrador positivamente polucionado por las diferentes corrientes creativas con las que convivo, de la música a la publicidad, y en segundo, porque he tratado en todo momento de que se trate de una novela eminentemente visual, que el lector pueda ver cada renglón. Entiendo que sin esa visibilidad esta novela perdería buena parte de su potencial informativo.

--¿Quién es Eloy Granero? ¿Contiene similitudes con personajes vivos?

--Durante los últimos años hemos asistido al auge y decadencia de numerosos eloys graneros, triunfadores de una sociedad que ha tasado el valor de las personas por su capacidad para amasar dinero. Por supuesto que es fácil encontrar similitudes con personajes de carne y hueso, pero permítame que me calle el nombre de los modelos que he escogido.

--¿Sabe que está muy cerca del cine, tan cerca que su novela se puede llevar a la gran pantalla con facilidad?

--Sí, es una novela fácilmente adaptable a la gran pantalla, y de hecho creo que le he adelantado mucho trabajo al posible guionista.

--Ha dado el salto ya a Destino. Nada de editoriales de casa. ¿Cómo fue?

--Cuando comencé a escribir soñaba con publicar en tres editoriales, y una de ellas era Destino. Pasé buena parte de mi juventud rodeado por libros que pertenecen a la colección que hoy me acoge.


miércoles, 21 de octubre de 2009

RENGEL, RODRÍGUEZ Y SIDONIE

















































Descubrí a Juan Jacinto Muñoz Rengel gracias a un certamen de cuentos destinados a leer en el autobús. Desde entonces, lo sigo. Y lo seguiré haciendo, sobre todo después de haber leído De mecánica y alquimia, un brillante volumen de relatos en el que Rengel demuestra todas sus habilidades. Lectura imprescindible.

Curiosamente, las películas españolas que más me han interesado en los últimos años están firmadas/filmadas por dos amigos sevillanos: Astronautas de Santiago Amodeo y 7 Vírgenes de Alberto Rodríguez. Éste último regresa con After, su proyecto más deslumbrante y visceral. Ojo con Blanca Romero, ha nacido una estrella.

Dentro de la maraña anodina que es el pop español apenas dos o tres nombres brillan. Uno de ellos, nuevamente, Sidonie. El incendio son doce temas impecables, doce ejemplos perfectos de lo camaleónico que puede llegar a ser el pop, cuando se cuenta con la suficiente cultura para saber interpretarlo.


domingo, 18 de octubre de 2009

DÍA DEL GLOBO












El que no tiene un día en el calendario es porque no quiere, que los hay de todos los gustos, tamaños, colores, mensajes y yo qué sé más. Basta pasearse por el calendario anual y comprobar el reconocimiento o proclama que cada nuevo día esconde. Hay días que sí cuentan con gran protagonismo, días a tener muy en cuenta, que se pueden entender como las “estrellas” del calendario, mientras que existen otros días de conmemoraciones más humildes, pero igualmente respetables. El Día Mundial contra la Violencia de Género, El Día Mundial de la Lucha Contra el SIDA, el Día Internacional de la Mujer, el Día del Orgullo Gay, etc., etc., etc. Cuando escucho las nomenclaturas de muchas de estas conmemoraciones algunas dudas comienzan a extenderse por mi interior. Una duda muy simple, cuál es la diferencia entre Día Mundial y Día Internacional, ¿se puede ser mundial y no internacional o viceversa? Porque, entonces, no tendría que llamarse Mundial de Fútbol, sino Internacional de Fútbol, que suena más feo, raro más que feo, y hasta puede sonar muy “rojo” según quién lo escuche o pronuncie. El pasado jueves, día 15 de octubre, fue el Día Mundial del Lavado de Manos. No sonría, que lo estoy viendo desde aquí, que la cosa no es para tomársela a guasa, y no diga eso, que es muy feo, que lo puedo escuchar, que me están pitando los oídos. Sí, fue el Día Mundial del Lavado de Manos, que en estos tiempos epidémicos que corren es una tarea fundamental que ninguno debería olvidar, por lo que este año este magno día debería haber contado con una especial trascendencia. Yo, por ejemplo, nada más abandonar la cama –debo de reconocer que apenas pude dormir, y es que los nervios por la celebración me provocaron un molesto y desconcertante insomnio-, me dirigí con gesto compungido y ceremonioso hasta el cuarto de baño, con respeto y admiración me enfrenté al lavabo, y, con delicadeza y amor –mucho amor, pero amor cándido y fraternal-, giré la cabeza metálica del grifo y me lavé las manos con pasión y jabón. Un acto hermoso que me deparó un jueves maravilloso.

Por la noche, acongojado, comprendí que el Día Mundial del Lavado de Manos había pasado sin pena ni gloria por los imperativos de la actualidad, que lo puede todo, protagonizada por ese niño pelón y norteamericano que surcaba los cielos en su globo paternal y ajardinado, como sacado de una película de Steven Spielberg. Conexiones en directo de todas las televisiones del mundo mundial –o del mundo internacional- siguiendo el anárquico vuelo del globo plateado sobre Colorado, tierra mítica del Far West, hasta su aterrizaje y posterior sorpresa: el niño había desaparecido. Todos, millones y millones de espectadores de los cinco continentes, esperanzados en un final feliz, tal vez contagiados de la moralina de esas películas “basadas en hechos reales” que encienden nuestras emociones y bostezos tras el almuerzo, necesitábamos contemplar el epílogo ideal, un abrazo entre los desolados padres y el díscolo y aéreo niño, y nos quedamos con las ganas. Spielberg no nos habría hecho esto. El niño, en tanto, escondido en su casa, tal vez comiéndose un bocadillo de crema de cacahuete mientras jugaba a la videoconsola, inmerso en su mundo de niño. Ese mundo que no respeta el guión y el raciocinio de los mayores y que formula sus propias reglas y verdades, que parten siempre desde el sincero corazón de la infancia. Pobres padres abochornados y, con toda probabilidad, defenestrados, ahora tendrán que compartir sus días con el descrédito y con las ganancias que obtengan por vender, recrear y jalear su ocurrencia. Qué tétrico drama familiar.

Con lo que me hubiera gustado dedicar este artículo, íntegramente, al Día Mundial del Lavado de Manos, que me parece una fecha tan noble y señalada del calendario y va el niño de Colorado y me fastidia el invento, se come todo el protagonismo gracias al vuelo de su globo alumínico y casero. Consciente de esta realidad, que es la realidad del morbo y la demanda, propongo que a partir de este año, todos los 15 de octubre, para desgracia del Premio Planeta –que lo veo cambiando de fecha-, se recuerde y señale como el Día Mundial –o Internacional- del Globo Plateado. Que estuviera inflado de gas o de mentiras, esa ya es otra historia. ¡Y lo bien que lo pasamos!

El Día de Córdoba

viernes, 16 de octubre de 2009

ENTREVISTA EN REVISTA DE LETRAS

http://www.revistadeletras.net/salvador-gutierrez-solis-nos-define-mas-lo-que-callamos-que-lo-que-decimos/

Salvador Gutiérrez Solís: “Nos define más lo que callamos que lo que decimos”

Por Josep A. Muñoz | Portada | 16.10.09

El orden de la memoriaDicen que El orden de la memoria (Destino), la nueva novela de Salvador Gutiérrez Solís, es su Ciudadano Kane. No les falta razón en cuanto a la forma de narración y a la fuerza del protagonista, Eloy Granero, el heredero de una gran cadena de grandes almacenes que intenta poner “orden” en su memoria a través de recuerdos que le conducen a un suceso que quedó plasmado en una fotografia: la que aparece en su presente para ayudarle a colocar las piezas del puzzle del pasado.

Salvador Gutiérrez Solís (Córdoba, 1968) se estrenó en el mundo de la edición hace ahora diez años con La novela de un novelista malaleche, con la que llegó a finalista del Premio Nacional de la Crítica. El “malaleche” ha continuado vivo en obras posteriores (El batallón de los perdedores; Guadalajara 2006) a la vez que su creador navegaba en otras aguas (El sentimiento cautivo -finalista del Fernando Lara de Novela-; Barnaby Conrad, una pasión española). Ejerce también como crítico y articulista.

El orden de la memoria es la novela a la que has dedicado más tiempo. ¿Es una obra de transición, marca de alguna manera un antes y un después respecto a tus anteriores libros, en especial los dedicados al personaje del “malaleche”?

Tal vez, más que de transición, El orden de la memoria sea una novela de definición, por lo que respecta al conjunto de mi obra. Es el trabajo en el que me he sentido más cómodo. Aunque se pueda entender como una novela de “vocación mayoritaria”, que es una afirmación que no termino de asimilar, no renuncio a ninguno de mis rasgos más característicos. Es decir, me mantengo firme en mi convicción de evolucionar en cada nueva novela, partiendo de la inmensa herencia que he recibido, como cualquier escritor que emplea el español como idioma de expresión. Evolutivo, pero no experimental, que es un calificativo que me traslada a la frialdad de un laboratorio, donde se mezclan los elementos más por una intención decorativa que narrativa.

Cuando comenzamos un nuevo proyecto, todos los autores partimos de un deseo, de un anhelo, de lo que nos gustaría que nuestra obra, una vez concluida, fuera. Llegado ese momento, en muchísimas ocasiones la realidad y el deseo no se sitúan en el mismo punto. Es una sensación agridulce, frustrante, que en alguna ocasión he padecido/sentido. Algo que, afortunadamente, no he sentido con El orden de la memoria. Es la novela que quise escribir.

Foto © F.J. Vargas

Foto © F.J. Vargas

La estructura que le has dado nos permite hacer balance de la vida de Eloy Granero, el protagonista. ¿Ha sufrido muchos cambios el orden de la memoria de la novela durante el proceso de escritura?

Han sido tres años de constantes cambios, de “congelar” una vez y otra la novela, de distanciarme para volver a ella como si fuera la obra de otro autor. Un proceso que entiendo como necesario para alcanzar la plena visibilidad, ya que podía contemplarla desde la lejanía y comprobar si contaba con “zonas oscuras”. El orden de la memoria es un puzzle que el lector va componiendo a medida que avanza en su lectura, y, por tanto, necesitaba que cada pieza de ese puzzle contara con la mayor visibilidad, que su capacidad informativa permaneciera intacta, que ayudara al lector en la composición de la novela. Si la estructura de El orden de la memoria fue el resultado de un proceso relativamente rápido, ya que la novela desfilaba ante mis ojos, el posterior duró mucho más, tres años.

No sólo es una historia sobre la memoria que permanece, sino también sobre la memoria inventada. Claudia, la propietaria de la tienda de fotografía a la que Eloy lleva a revelar sus carretes, manipula sus fotos para tener una biografía gráfica ficticia con él.

Creo que vamos dejando nuestra huella allá por donde pasamos. El viaje, ya sea mental o físico, propicia la construcción de nuestra identidad, de la misma manera que nos desprendemos de algo, mucho o poco, de nosotros mismos en cada parada. La fotografía, qué duda cabe, puede entenderse como el mayor símbolo, símbolo material, de nuestra memoria. Ordenado o no, impreso o no, la mayoría de nosotros contamos con una serie de instantáneas que, contempladas de una manera cronológica o sentimental, pueden conformar el álbum de nuestra vida. Claudia fabrica su pasado de una manera artificial, pero no por eso deja de ser para ella un pasado intenso y emocionalmente vivido. A Eloy Granero, sin embargo, le gustaría contar con la capacidad para ordenar su memoria, desprenderse de algunas imágenes que le son ingratas. Una capacidad que sólo pertenece al tiempo.

En la narración utilizas el recurso de apoyarte en aquellas cosas que no se llegan a decir o a hacer, pero que has querido reflejar como parte de la historia. ¿Hubiera estado incompleta la visión global de los personajes sin esas acotaciones? ¿Crees que la novela hubiera resultado diferente si los personajes actuaran como desean en lugar de como se espera de ellos?

El orden de la memoria es una novela en la que los silencios cobran un gran protagonismo. Seguramente, la mayoría de nosotros nos definimos más por lo que callamos que por lo decimos. Esta novela, y agradezco tu apunte, cuenta con un falso narrador omnisciente, y digo lo de falso porque incumple las reglas de la tercera persona en determinadas ocasiones, y de una manera que puede rozar lo subliminal toma partido en la historia, desvela interiores de los personajes, amplifica algunos de sus silencios.

S_GutierrezImportante es también el tiempo, esa obsesión de Eloy por dedicárselo a sí mismo y aprovechar cada segundo.

Paul Auster nos enseñó a pesar el humo. A Eloy Granero le encantaría pesar el tiempo. Pero el tiempo real, o lo que él entiende como tiempo real. Su propio tiempo, el tiempo que se dedica, ese que no emplea en ser la persona que todos esperan de él. Ese tiempo que se siente, que se goza. Puede que a todos nosotros nos gustaría sólo “contar” el tiempo efectivo, que el reloj se detuviera en los tiempos muertos. Pero las manecillas del reloj siguen avanzando, queramos o no; una realidad de la que no escapa ni alguien como Eloy Granero.

Las mujeres tienen una gran presencia en la novela, aunque la vida de Eloy está marcada por los personajes masculinos (su primo Rafa, Matías, su amigo Taylor…). ¿Cómo te fuiste planteando el papel de cada una de esas mujeres que intervienen, en la mayoría de ocasiones, de manera esporádica en las vivencias del protagonista?

Eloy Granero mantiene una relación muy compleja con las mujeres, y que va de la admiración al más absoluto de los aburrimientos. Sin querer llegar a contradecir la opinión de algunos críticos, que puede ser tan respetable y tal vez más acertada que la mía, no es atracción lo que Eloy siente por los protagonistas masculinos de El orden de la memoria, es admiración, idealización, espejos en los que nunca se podrá reflejar.

Todos estos personajes secundarios, tanto los masculinos como los femeninos, nos ayudan a descubrir, y puede que entender, la personalidad de Eloy Granero.

Con El orden de la memoria te has lanzado a la promoción a través de las redes 2.0, un recurso cada vez más utilizado por los autores para dar a conocer su obra. ¿Qué tal ha resultado la experiencia?

Me considero un escritor realista en todos los sentidos, y esa conciencia plena del día a día, de la vida y sus circunstancias, me lleva a utilizar todas las herramientas y las posibilidades que las nuevas tecnologías, Internet y la informática, nos ofrecen. Las wikipedias han necesitado muy poco tiempo para imponerse a las enciclopedias, y en la mayoría de los casos los blogs personales constituyen, a su manera, las enciclopedias y las wikipedias más certeras y fiables que se puedan encontrar en la actualidad.

Desde que El orden de la memoria ha llegado a las librerías, las visitas a mi blogs personal o al de la novela

www.salvadorgutierrezsolis.blogspot.com

www.elordendelamemoria.blogspot.com

se han multiplicado de manera asombrosa. Los perfiles de Facebook

EL ORDEN DE LA MEMORIA Página ,o

EL ORDEN DE LA MEMORIA Perfil

ya cuentan con miles de amigos, miembros, fans, etc., superando muy ampliamente todas mis expectativas. Cada día recibo decenas de mensajes, de lectores que me cuentan sus impresiones sobre la novela o interesándose de cómo conseguirla, sobre todo de personas que viven al otro lado del Atlántico. En definitiva, una experiencia muy enriquecedora, muy directa, muy sincera, que me está reportando momentos inolvidables.

José A. Muñoz

domingo, 11 de octubre de 2009

RESEÑA DE IGNACIO F. GARMENDIA EN DIARIO DE SEVILLA (GRUPO JOLY) DE EL ORDEN DE LA MEMORIA


Una novela filmada

IGNACIO F. GARMENDIA

zoom

Perteneciente a una generación que en Córdoba, su ciudad natal, ha dado y sigue dando un número sorprendentemente alto de poetas estimables, Salvador Gutiérrez Solís es de los pocos que entre ellos se ha dedicado a la narrativa, aunque su estrecha amistad con Pablo García Casado -con el que comparte una web, la pasión madridista y otras muchas afinidades electivas- permite verlos a ambos como una pareja literaria de hecho que lo mismo se expresa en verso que en prosa, siendo Gutiérrez Solís el responsable de este último negociado.

La ya dilatada trayectoria narrativa del autor cordobés contiene tres líneas claramente diferenciadas. Una experimental, representada por novelas rompedoras como Spin off (2001) o Más decien bestias atrapadas en un punto (2003); otra satírica, que comparece en los títulos protagonizados por su alter ego Germán Buenaventura, el narrador desprejuiciado y gamberro de La novela de un novelista malaleche(1999), El batallón de los perdedores (2006) yGuadalajara 2006 (2007); y una tercera, más abierta al gran público, representada por El sentimiento cautivo (2005), donde se atenía a un patrón narrativo más convencional para dejarnos una conmovedora historia de transgresiones y silencios en el tiempo de la dictadura. En su nueva novela, sin duda la mejor que ha escrito hasta la fecha, el autor persiste en esta última línea pero sin renunciar a la inquietud formal que ha caracterizado su trabajo desde los inicios, como buscando un punto de equilibrio entre la legibilidad y la autoexigencia.

Eloy Granero es un hombre mimado por la vida que ha heredado un emporio comercial en expansión, los Almacenes Granero, y se limita a ejercer el papel que se espera de un alto ejecutivo, con aparente dedicación pero sin entusiasmo, indiferente a un destino de triunfador que no le provoca grandes emociones pero al que ha acabado por resignarse. Tiene una afición, la fotografía, y un oscuro secreto de juventud. Tiene una oculta admiradora, Claudia, la encargada de la tienda de revelado donde acostumbra llevar los carretes, que sigue en silencio las evoluciones de su vida desde hace veinte años. Tiene un lado salvaje que le arrastra a cometer crímenes atroces, archivados en una colección de carretes sin revelar que representan la faceta monstruosa de un hombre aparentemente banal.

La historia, por sí misma, pese a su truculencia, no tiene nada de extraordinario. Es el modo como está escrita y contada lo que la hace atractiva. Gutiérrez Solís se sirve de procedimientos cinematográficos para descomponer la trama en secuencias que no siguen un orden cronológico, de modo que es el lector, sabiamente conducido, el que va recomponiendo los tiempos alterados de la narración. El entorno cotidiano del protagonista, sus rutinas y desvaríos, están descritos con minuciosidad casi obsesiva, lo que confiere verosimilitud a una historia que de otro modo caería en el ámbito de lo improbable. La perspectiva fría y desapasionada del narrador, absolutamente distanciado de unos hechos que no se permite juzgar, es el otro aspecto que contribuye a hacer creíble la doble vida de Granero, un ser odioso y despreciable que no responde al prototipo de asesino en serie.

Hay elementos de novela negra, pero la historia, que tiene también un inequívoco trasfondo social, trasciende el cliché de género. El autor ha cuidado al máximo el retrato de personajes -la madre dominadora, la hermana preterida, los amigos y cómplices-, caracterizados de manera sobria y eficaz, de acuerdo con una cierta tradición realista de marcado sabor norteamericano -Bret Easton Ellis, Don DeLillo, Saul Bellow o Raymond Carver se asoman a la novela desde citas oportunamente dispuestas que no son sólo decorativas- a la que Gutiérrez Solís, como García Casado en sus poemas, no duda en acogerse. No es una novela negra en sentido estricto, entre otras cosas porque la intriga no se resuelve o desemboca en un final abierto, pero el autor consigue mantener el interés hasta la última página. Lo hace gracias a la originalidad de la técnica documental empleada, que anima a ir encajando los fragmentos sueltos de la trayectoria del protagonista o a recomponer el orden de su memoria selectiva, y también gracias a un lenguaje fluido que parece sencillo pero en el que cada frase desempeña un papel preciso, como pieza de un complejo engranaje. No hay reflexiones, sólo hechos desnudos, suficientes para dar forma a una novela que cuenta mucho más de lo que dice.

Salvador Gutiérrez Solís. Destino. Barcelona, 2009. 300 páginas. 18,50 euros.

EL ORDEN DE LA MEMORIA EN MASQUEPALABRAS



orden portadaEL ORDEN DE LA MEMORIA

Autor: Salvador Gutiérrez Solís

Editorial: Destino

ISBN: 978-84-233-4155-9

Páginas: 298

Reseña realizada por Angi Sansón.

Salvador Gutiérrez Solís es un escritor cordobés que sorprendió a los lectores en 1999 con “La novela de un novelista malaleche”. Desde entonces ha publicado, “El sentimiento cautivo”, “El batallón de los perdedores” y la biografía “Barnaby Conrad, una pasión española”. Su lista de premios literarios es casi la misma que la de libros publicados.

Su última novela, “El orden de la memoria”, surge tras la lectura de un poema de Raymond Carver (cuya lectura está al final del libro) y de ver una película que Gutiérrez Solís relacionó con el poema. Así surge el acto creativo, de forma aleatoria y sin avisar.

Eloy Granero, presidente de la empresa familiar por herencia, recibe entre su correspondencia una foto cuya imagen quisiera borrar. Sólo Claudia, la dueña de la tienda de fotografía, puede haber tenido acceso a ella, del mismo modo que ha tenido acceso a todas las fotografías que Granero ha hecho a lo largo de su vida. Sólo Claudia ha tenido en sus manos las instantáneas de la vida de este hombre.

Dicen que en la mente de un asesino no hay nada. Yo la imaginaba llena de odio, rabia y maldad. Pues no, nada. Y después de leer la novela de Salvador Gutiérrez Solís, quizá tengan razón. A pesar de estar relatada en tercera persona, el autor no hace un análisis psicológico de Eloy Granero, ni busca en los entresijos de una mente atormentada. Simplemente, relata su vida, los hechos, sus manías, sus deseos. 300 páginas dedicadas a mostrar el perfil de un hombre al que acabas conociendo tanto como a alguien cercano. Será el lector, si así lo quiere, el que emita un juicio de valor sobre la persona del protagonista y sus actuaciones. Ni siquiera el propio Granero se cuestiona a sí mismo, da la sensación de no tener conciencia, por tanto tampoco capacidad de juicio.

La fotografía como documento, como testigo de la memoria de una persona, es relevante: “La fotografía, con frecuencia, es el orden de la memoria”. Del mismo modo, que la obsesión por el aprovechamiento del tiempo.

La novela es precisa, sin adornos, tal cual. Planea en su lectura la influencia de la erótica del poder pero, repito, sin cuestionarla, sólo evidenciándola.

Eloy Granero es un hombre débil y descontento consigo mismo, lo que le hace querer acercarse a modelos nocivos y perniciosos. En un momento en el que la actualidad nos golpea con demasiada frecuencia con la desaparición y muerte de chicas jóvenes, resulta exasperante descubrir que detrás del asesinato de alguien, no existe NADA, sólo una extralimitación de personas vacías.

sábado, 10 de octubre de 2009

ENTREVISTA EN MASQUEPALABRAS

Después de leer la novela “El orden de la memoria”, me puse en contacto con Salvador Gutiérrez Solís, su autor, para pedirle una entrevista. La distancia geográfica era considerable pero nos salvó, como en tantas ocasiones, el correo electrónico. Acababa de leer su libro, y seguía teniendo a la figura del protagonista, Eloy Granero, muy presente. A veces, los libros pueden ser como un amante que, una vez se ha ido aún buscas su olor por todas partes. A Eloy Granero lo juzgué, lo diseccioné, lo valoré; lo maldije en ocasiones, y en otras, empaticé con él. Ahora, gracias al enrevesado mundo de la informática, podía hablar con su creador.

Entrevista realizada por Angi Sansón

Salvador, conozco a Eloy Granero como si lo hubiera visto 24 horas en un reality show, ¿cómo planteaste la estructura de un personaje tan completo?

Desde un principio tuve muy claro cómo debía ser Eloy Granero. Sin embargo, a pesar de esta claridad inicial, debo de reconocer que me ha costado muchísimo construir el personaje. Hace unos días recibí un email de una lectora confesándome, a modo de broma, claro, que se había “enamorado” de Eloy Granero. Soy sincero, me encantó este mensaje. Con frecuencia se nos presenta al “monstruo” que dedica toda su vida a “ser un monstruo”, que no cabe en su personalidad un gesto amable, una sonrisa. Y yo creo que se puede ser “monstruo” a tiempo parcial; es más, tal vez se pueda llevar una vida absolutamente normal, incluso anodina, y tener un momento “monstruoso” de diez segundos o de dos minutos. Y voy mucho más, quién pueda quedar a salvo si todas las circunstancias negativas que se puedan dar en la vida de una persona confluyen en un instante, en el peor de los instantes. Una complicada respuesta que ojalá nunca tengamos que responder.

Desde la primera versión de El orden de la memoria, el personaje que ha sufrido mayor transformación ha sido el de Eloy Granero, porque en un principio “me salió” demasiado antipático. Llegado un punto me di cuenta de que estaba demasiado inmiscuido, por lo que tuve que tomar distancia, alejarme, no analizar, no enjuiciar, relativizar. Esta distancia es, curiosamente, una de las características de la novela que más se elogian, aunque también hay quien la crítica, reprochándome que no “castigo” a Eloy. Pero es que yo no soy juez, en El orden de la memoria me he limitado a ser un narrador, a secas.

Eloy nunca llegó a conocer el amor verdadero, o no lo quiso. Su frialdad me impactó.

Eloy confunde, en gran medida, el amor con la admiración. Eloy cuenta con su propia sensibilidad, que la mayoría de nosotros podemos entender como insensibilidad, como desafecto. Hay lectores y críticos que indican que tal vez se esconda en Eloy una homosexualidad reprimida. Estos análisis me trasladan a la psicología, campo en el que soy un completo ignorante. No es atracción, es admiración.

¿Es Eloy Granero un asesino, un enfermo? O peor, ¿no hay nada tras la mente de Eloy Granero?

Me gusta mucho la expresión que empleó Félix Palma en su reseña: un hombre sin remordimientos. Aunque yo creo que es un hombre sin remordimientos porque ha creado, o porque no comparte, la que podríamos definir como “moral colectiva”. Yo creo que hay mucho tras la mente de Eloy Granero, sobre todo esa fijación, que puede ser colectiva, de pretender organizar y clasificar su memoria. Pero sólo es el tiempo el que tiene esa capacidad, el tiempo es el orden de la memoria.

¿Podríamos decir que su perfil (de Eloy Granero) es el de “todo vale”?

Sí y no. Sí, porque lo lleva a la práctica, porque no le concede la más mínima importancia a buena parte de las situaciones o dificultades que a la inmensa mayoría nos afectan sobremanera, y no porque no tiene conciencia de ello. Ni se lo plantea, lo desconoce por pura ignorancia.

Eloy Granero, ¿abusa del poder que tiene o es la erótica del poder la que abusa de él?

Eloy Granero cuenta en su haber con todas las virtudes de la definición que la sociedad actual ha creado del triunfador. Una definición, qué duda cabe, que toma única y exclusivamente componentes materiales. Triunfadores y triunfos que contemplamos en las portadas de los periódicos todos los días. Eloy Granero se abraza a esta definición, pero desde la naturalidad del que la tiene por una exclusiva coyuntura biológica, por ser hijo de su padre. Con frecuencia, para Eloy Granero el poder no es algo grato, ya que forma parte de esa vida que le ha tocado vivir, una vida sobre la que muestra constantemente su disconformidad. Es muy inteligente tu pregunta en este sentido, tal vez sea la erótica del poder la que abusa, o arrastra, de él.

¿Alguna de las manías del protagonista es tuya?

Alguna y hasta algunas, pero prefiero no descubrirme… ja, ja. Como en la mayoría de mis personajes, coincido muy poco con ellos, o tal vez coincida demasiado, quién sabe. Siempre he negado que mi narrativa fuera autobiográfica, pero con el paso de los años empiezo a contradecirme… En mis novelas, como en las de todos mis compañeros, tal vez no vertamos episodios concretos, reales, de nuestras vidas –yo al menos no lo suelo hacer-, pero no deja de ser verdad que cuando describimos el amor, la muerte, una bofetada, un beso o el miedo, lo hacemos partiendo de nuestras propias percepciones o intuiciones. Contamos las hechos tal y como los hemos sentido o como creemos que serían. De ahí que considere que la narrativa tiene mucho de físico, de piel, de emociones, de entrañas.

En facebook hay opiniones encontradas sobre el protagonista, y tú, ¿tú que opinas de Eloy Granero?

Menuda pregunta… En la novela, obviamente, no vierto ningún juicio sobre Eloy Granero. ¿Qué piensa Salvador Gutiérrez Solís sobre Eloy Granero? No me suelen caer bien estos personajes, no, aunque debo de reconocer que sí me tomaría una cerveza con él, sólo una, tal vez en Limonar, y eso que las vistas desde Sasha tienen que ser alucinantes…

¿Sabes? Yo me quedé con las ganas de saber cómo acaba Taylor, su amigo. En él también hay una novela.

portada orden

Es curioso como a pesar del gran protagonismo, casi nuclear, de Eloy Granero, y eso yo creo que nadie lo discute, El orden de la memoria muestra una serie de personajes secundarios muy poderosos. Ya me he topado con un sinfín de lectores y lectoras que me transmiten algo parecido a tu pregunta, pero cambiando el nombre del personaje. Ya me han recomendado que Claudia tuviera su propia vida, lo mismo que Rafa, Matías, o Taylor, que yo considero como uno de los grandes personajes de la novela.

Eso sí, te adelanto que Taylor dejó tirado a su padre con el negocio de tractores, y que tras pasar una temporada en Tijuana –maltratándose el cuerpo- acabó en Las Vegas regentando un garito de dudosa reputación. De vez en cuando se mete en algún lío, pero nada grave…

En la novela, Maite Contreras, periodista de la revista Gente, entrevista al protagonista para un reportaje que bucea en la vida del personaje. Un gran tema de actualidad: ¿Por qué este interés generalizado por curiosear en la vida de los demás?

Tal vez sea, lamentablemente, Angi, un interés implantando o fabricado desde los medios de comunicación. Y un interés basado única y exclusivamente en la economía. El rendimiento económico que consiguen estas revistas o programas de televisión es altísimo, si tenemos en cuenta que nos ofrecen productos de muy baja calidad, con el añadido, nada despreciable, de ser muy, muy, baratos. Plantar a cuatro alrededor de una mesa y despotricar sobre la vida de cualquiera es, desde un punto técnico y económico, muy fácil y muy barato. La calidad suele ser cara, requiere de profesionales avalados, de recursos… de una serie de necesidades que nos están dispuestos a cubrir. Es mucho más fácil y barato calentar unas salchichas en el microondas que preparar un hojaldre de setas y venado. Pues todos a comer salchichas…. Y eso que hay salchichas, que bien elaboradas, bien cocinadas, son deliciosas, pero no las encuentro en el supermercado.

De repente, la empleada de la tienda de fotografía donde llevo a revelar las fotos me resulta inquietante: sabe todo sobre mí y nunca le dí importancia hasta leer “El orden de la memoria”. A partir de ahora usaré más la cámara digital.

Ja, ja… Seguro que muchos lectores se decantarán por la fotografía digital tras leer El orden de la memoria. La fotografía, en esta novela, es un símbolo muy cercano, que todos podemos entender. La realidad es que vamos dejando nuestras huellas allá por donde pasamos. Dejamos nuestras huellas –casi ideológicas- en el quiosco, con el periódico que compramos; dejamos nuestras huellas en Internet, con las páginas que visitamos; dejamos nuestras huellas en el súper, con la comida y bebida que depositamos en el carro… y, mi gran debilidad, dejamos nuestras huellas en los contenedores de basura, allí está todo, los regalos de nuestros hijos, nuestras deudas, la ropa que ya no nos gusta, los libros que no nos interesan… Indudablemente, la fotografía tal vez sea la gran huella, la gran chivata de nuestra intimidad.

¿Compartes con el protagonista la afición por la plancha?

Angi, un momento de la semana que me encanta tiene lugar los domingos por la tarde. Escojo una buena música, coloco sobre la cama toda la ropa limpia recién recogida de la azotea y… me pongo a planchar. Sí, sí, sí… Lo reconozco. Me encanta planchar. Es de las pocas actividades que consiguen que me relaje, que no piense en nada. No creo que sea nada extraño, y, además, como dice Eloy, es una afición útil… ja, ja…

¿Cuál ha sido la mayor dificultad a la que te has enfrentado para escribir “El orden de la memoria?

En primer lugar, como te decía antes, la construcción del personaje de Eloy Granero, que no patinara, que no fuera ni excedido ni invisible. Muy difícil. En segundo, distanciarme de la novela, contemplarla desde la lejanía como si no fuera una obra mía. Y en tercer lugar, las técnicas empleadas. Tuve muy claro desde el principio que debía utiliza en El orden de la memoria tanto técnicas puramente narrativas como cinematográficas. Los primeros planos, los planos secuencia o los flashbacks son complicados de trasladar al mundo de la Literatura. Y, muy especialmente, el montaje…. Bajo mi modesta opinión, la estructura, el montaje, de la novela es una de sus piezas angulares.

¿Eres disciplinado para escribir?

Soy un desastre, un auténtico desastre, soy un escritor caótico. Y sin embargo, lo que muchos podrían entender como un defecto, yo lo reconozco como una auténtica virtud. ¿Por qué? Muy simple, puedo escribir frente a una televisión encendida, en un hueco de veinte minutos, en un coche –siempre que no conduzca-, en un tren o en un avión, en la cama, utilizando una simple libreta o la servilleta de papel de un bar… No necesito ni un espacio ni un tiempo ideales para escribir.

¿Dónde reside tu fuerza creativa? ¿Qué pone en movimiento tu pluma? (o el ordenador, claro)

La realidad, la curiosidad, la necesidad de contar una historia de otro modo, de otra manera. A pesar de que pueda parecer vanidoso u ostentoso lo que voy a comentar, yo me siento comprometido, muy comprometido, con la Literatura, y más tratándome de un escritor que emplea el español como medio de expresión. Hemos recibido una herencia inmensa, maravillosa, muy sólida, universal, y creo que los escritores debemos ser responsables con esta herencia. Todos los autores que admiro, empleen el español o no, coinciden en un punto: partiendo de la tradición desarrollaron una carrera evolutiva, tanto de búsqueda de la propia voz como de regeneración literaria. Ese es el reto que me he planteado.

Y no te puedo negar que soy un drogadicto de la Literatura. Para mí es una auténtica y real adicción, pero una deliciosa adicción. No soy de ese tipo de escritores que construyen su obra desde el sufrimiento o el sacrificio. Soy feliz escribiendo, muy feliz. No contemplo la escritura como una renuncia, todo lo contrario, tal vez me permita vivir y compartir más vidas que la mayoría.

¿Salvador Gutiérrez Solís es un escritor nocturno o, por el contrario, prefieres el día?

En este sentido, no tengo ninguna preferencia. Tal vez prefiera el día para escribir y la noche para corregir, repasar. Si a partir de las 10 ó 11 de la noche sigo escribiendo, te puedo asegurar que me aguarda una larguísima noche en vela. La escritura, en mi caso, es una actividad biológica de primer orden, el corazón me bombea con más fuerza, las pocas neuronas de mi cerebro se alteran y volver a recobrar el ritmo normal me lleva un tiempo considerable.

El poema que podemos leer al final del libro es de Raymond Carver, exponente del llamado realismo sucio, una literatura sobria, precisa, de descripciones concisas y con personajes vulgares y corrientes. ¿Podríamos decir que tu novela pertenece a este género?

No, en absoluto. En primer lugar, y te voy a contradecir por primera y última vez, porque considero a Carver un autor eminentemente realista, pero a secas, sin ningún adjetivo que lo acompañe. Lo que sucede es que en demasiadas ocasiones la realidad es fea, incluso sucia. Soy y seré un autor realista, cuento lo que veo a través de las ventanas, por eso intento que estén siempre limpias, siempre transparentes –la factura de Cristasol no te puedes imaginar ya por donde anda… -. Este mundo, esta vida, este periodo histórico que nos ha tocado vivir, con sus grandezas, pero también con sus muchas miserias, indiscutiblemente, es un periodo alucinante, de descubrimientos constantes, de remodelación de la sociedad, tal vez de invención de una nueva sociedad. Argumentos más que suficientes para no renunciar a este día a día que nos acoge.

El poema de Carver termina así: “En un momento va a pasar algo”. Inquietante. Alguna vez a ti “te ha pasado algo” que diera un giro a tu realidad.

Sí, demasiadas veces… pero de momento no las trasladaré a ninguna de mis novelas. Aunque no lo parezca, soy muy pudoroso.

Ahora una confesión: si la figura del empleado de la tienda de fotografía tiene para mí otra perspectiva, puedes imaginar lo que es la visión de una piara de cerdos. Los que hayan leído el libro me entenderán, para los que aún no lo hayan hecho, les diría que no tarden en hacerlo. No se arrepentirán. Y, para todos, no olviden que … en cualquier momento puede pasar algo. Estemos atentos.

Salvador, ¿para cuándo tu próximo trabajo?

Ni idea… En los próximos meses participaré en alguna antología… y poco más. ¿Una nueva novela? Te soy sincero: no te lo sabría decir. Hay una idea, sí, pero nada más.

Gracias por tu tiempo y espero que nos veamos pronto.